20 sept 2016

Irrational Man (2015)



Apática, monótona e insoportablemente forzada, esta comedia de Woody Allen se hace difícil de sobrellevar. Una idea interesante, una ejecución desastrosa.

Sinopsis: En el campus de la universidad de un pequeño pueblo, un profesor de filosofía en plena crisis existencial le da un nuevo propósito a su vida cuando inicia una relación con una de sus estudiantes.


Woody Allen se volvió monótono y aburrido. Está viejo y se está repitiendo de una manera muy alevosa. Gana cuando juega y se divierte con los personajes, como pasaba en Midnight in Paris (2011) -donde además contaba con el carisma de Owen Wilson-. En este film, Abe Lucas (Joaquin Phoenix) debería ser un personaje interesante, pues así lo demanda la trama, así es como todos los ven. Sin embargo no lo es, en absoluto. No lo es para el espectador, y mostrarnos una escena detrás de otra con personajes secundarios declamándolo de forma tan obvia no cambia ese hecho, ¡es un personaje aburrido!. Y Emma Stone está perdida en su interpretación; no es una gran actriz, pero se nota que tampoco estuvo bien dirigida. 

La gran falta de esta producción es que las cosas son simplemente declamadas por los personajes, en sus diálogos, en las voces en off. Es agotador. La información no para nunca de llegar -un bombardeo constantes de palabras y más palabras, todo el tiempo-; es el único recurso que hace avanzar la trama. ¡Y eso que la película dura 1 hora y media! pero no por eso se siente más corta... al contrario, Woody parece estar tan apurado (seguro porque ya está pensando en su próximo film) que no deja que la acción avance a un ritmo natural. 
Un ejemplo concreto (y sepan disculpar el SPOILER) es cuando, después de media película de tensión sexual entre Abe y su alumna, finalmente se concreta el encuentro. La solución cinematográfica de Allen es ir con un corte directo: nos muestra un salto de ellos en el restaurant a ellos en la cama y...¡ya están hablando! El hecho se consumó en la elipsis más corta en la historia del cine. 
Woody Allen se pierde todas las oportunidades de desenvolver el conflicto y las acciones cinematográficamente (y lamentablemente no se trata de una obra literaria o una obra teatral). Uno como espectador no tiene tiempo para disfrutar los momentos, para dejarse llevar por la historia; es al revés, la historia se lo lleva puesto a uno.
Es triste ver como uno de los más notables directores de cine falle tan alevosamente en la ejecución. La película salta de un plano medio a otro (no hay planos generales, ni planos detalle), no hay juegos de cámara, no hay tiempo para que se luzcan las actuaciones o se desarrollen los personajes. Los diálogos tampoco son buenos, se sienten forzados -por momentos de hecho me daban vergüenza ajena-. Para colmo el guión está lleno de "casualidades", encuentros fortuitos entre los protagonistas y otros personajes, sólo para que la historia llegue rápido hasta el desenlace que Woody tenía en mente (por cierto, un pobre final, sin riesgo alguno).

Phoenix había comentado en una entrevista lo "práctico" que era Woody Allen en referencia a lo que mostraba en pantalla: si quería mostrar a un personaje como médico simplemente le colgaba un estetoscopio al cuello. Viendo Hombre irracional esas palabras del actor llegan a un significado muy concreto. Así se siente el film, apurado, forzado, sin sustancia. El profesor universitario Abe Lucas busca un motivo para vivir, tal cual esta película. Su razón de ser es inexplicable más que en la propia verborragia vacía del director que pareciera repetirse hasta el hartazgo sin poder hallar nada interesante que contar.

Como todo es llevado a la fuerza hacia ese absurdo final, el film se siente como un chiste estirado. Como comedia no es divertida y difícilmente llega a la profundidad de un drama. Y ni siquiera el elemento policial (el crimen) le agrega esa tensión que tan bien supo aprovechar en Match Point (2005). Las coincidencias con esa y la mediocre Scoop (2006) son más que evidentes. Su último trabajo digno, Blue Jazzmin (2013), pareciera estar a años luz de distancia.
Igual, extrañamos al clásico director...
Woody, fuiste grande alguna vez, ahora tan sólo deberías descansar y tomarte unos largos, largos años sabáticos.

19 sept 2016

The Nice Guys (2016)


Entretenida comedia escrita y dirigida de Shane Black. Una buddy movie como ya no se ven, un policial de tono retro que no se toma para nada en serio.

Sinopsis: Jackson Healy, un detective privado y Holland March, un oficial de la policía se unen luego del sospechoso suicidio de una estrella porno en decadencia. Sospechoso, porque la tía de la víctima asegura haberla visto viva luego de que la noticia saliera en todos los medios. March decide investigar el caso porque necesita dinero, y en pocos días aparece metido en medio de una conspiración.


Shane Black vuelve a las andanzas con una comedia policial (básicamente el único género que le conocemos pero que tan bien sabe manejar) ambientada en los setenta, en Los Angeles. La primer mitad del film construye muy bien la intriga, presenta a los personajes y el caluroso y estrambótico ambiente de aquel momento, que ya vimos en incontables películas -todavía tengo muy fresca en la memoria Inherent Vice (2014)-. Todo muy dentro del género noir, lleno de los clichés que suelen tener este tipo de películas, pero con la agradable sorpresa de no tomarse demasiado en serio. El gran acierto de esta producción está en el casting: Russel Crowe y Ryan Gosling forman una dupla cómica memorable. Un matón de poca monta con anhelos de redención y un torpe y mediocre detective privado, respectivamente, cuyos caminos se cruzan por azar. Pero el caso de una actriz porno desaparecida los forzará a unirse para develar lo que pareciera ser algo más profundo y complejo, tal vez una conspiración.
Si, todo avanza sobre terreno conocido. Por eso, los logros del film se apoyan sobre todo en el desarrollo de los personajes principales, en la conformación de esa sociedad apurada pero, casi por azar, efectiva. 
Black le saca el jugo a sus puntos fuertes, todo recuerda a sus trabajos anteriores. Allí están los rasgos más salientes de sus buddy movies, Lethal Weapon (1987) o The Last Boy Scout (1991); pero sobre todo Kiss kiss bang bang (2005). El escenario y el dúa que conformaban Robert Downey Jr. y Val Kilmer están muy muy presentes en The Nice Guys. Aunque en este caso no hay -¡gracias a Dios!- un subplot romántico, esta sociedad tiene una tercer pata representada por Holly, la hija del detective March (Goslin), una especie de Penny para el inspector Gadget. Una joven promesa de la actuación, la labor de Angourie Rice es notable y tiene momentos memorables.

La segunda mitad del film se pavonea entre el absurdo y la autoparodia, lo que dinamita en gran medida lo que tan bien se construyó en la primer mitad. No se pierde el disfrute en ningún momento, pero sí da la sensación de que Black se perdió en cierta medida una oportunidad de cerrar mejor su producto. Los personajes de Kim Basinger y Matt Bomer están dentro de ese universo exagerado y se sienten desaprovechados. Goslin, siempre al límite de la sobreactuación, comienza a recordar a Guillermo Francella o Emilio Disi. Sobre el final, el tono exagerado acerca la cinta a Rush Hour (1998) o incluso Tommy Boy (1995), aunque todavía quedan lejos productos más industriales e impersonales como 21 Jump Street (2012). La voz autoral de Shane Black todavía está ahí, intacta.

Nos quedamos con la química entre los dos actores que supieron componer una dupla querible, algunas escenas hilarantes y muy buenos diálogos (¡el del ascensor!). Esperamos volver a ver a estos buenos muchachos.