30 dic 2016

Doctor Strange (2016)


Una historia de origen con un fuerte sentido de la aventura. La última película de la factoría Marvel nos introduce a un nuevo (viejo) héroe con todo el despliegue visual al que ya nos tienen acostumbrado.

Sinopsis: Después de que su carrera se destruyera, un brillante pero arrogante cirujano comienza un nuevo camino, cuando un hechicero lo toma como aprendiz y lo entrena para defender al mundo del mal.


Marvel Studios ha creado su propia trampa. Su fórmula parece ser efectiva pero es repetida alevosamente, al pie de la letra, en cada una de sus películas. No es que el director Scott Derrickson (The Exorcism of Emily Rose, Sinister) haya hecho mal su trabajo, todo lo contrario. Doctor Strange es un producto ameno, divertido y bien narrado. Y si podemos pasar de su tono liviano y frívolo, y olvidarnos que se trata del producto de una corporación que busca vendernos muñecos y merchandising, entonces es posible que disfrutemos de las casi 2 horas de puro entretenimiento sin culpas.
Siempre podemos quedarnos con la historia, con el cuentito: el camino (del héroe) del arrogante Doctor hacia terrenos desconocidos hasta convertirse en el hechicero que, sabemos, está destinado a convertirse. La aventura, la lucha entre el bien y el mal, el sacrificio, la moraleja final. Podemos quedarnos con las actuaciones, Benedict Cumberbatch es enorme y sabe como dotar a su personaje de muchas y sutiles facetas. Rachel McAdams -Christine Palmer, el interés romántico- y Mads Mikkelsen -Kaecilius, el villano de turno- cumplen sin sobresalir (muchos han remarcado la falta de villanos de peso en el universo Marvel, siendo Loki prácticamente la única excepción).
También cumple su parte Benedict Wong como Wong y Chiwetel Ejiofor como Mordo.
Pero la que merece una mención aparte es Tilda Swinton como The Ancient One. Recrea uno de los personajes más interesantes y complejos (bah, todo lo complejo que puede ser dentro de este entretenimiento) del film. Recuerda a la figura del mentor que, más allá de su poder y sabiduría es también humano.
Todos estos personajes nada tienen que ver con sus versiones de historieta. Pero al ser Doctor Strange un personaje de segunda línea, se han tomado la libertad de alterar orígenes y características fundamentales en casi todos ellos sin que nadie se ofenda. 

Otro rasgo para apreciar son los efectos especiales (¿era lo esperable, no?). La peli combina muy bien los hallazgos de Inception (2010) e incluso de Ant-man (2015) y los multiplica para que nos estalle la cabeza en varias secuencias de tono lisérgico. 

Aunque la faceta mística del film no se desarrolla tanto como uno esperaba, sí podemos, hilando muy fino, quedarnos con alguna de sus reflexiones: nuestro lugar en el universo, la visión que tenemos de nosotros mismos y el cambio que podemos lograr (en nosotros y el mundo que nos rodea), el tiempo y su paso inexorable. Están ahí también, claro, las alusiones a preceptos de la filosofía oriental, que chocan de lleno con el materialismo consumista que hoy reina en nuestra tullida cultura occidental.


UNA REFLEXIÓN
Un fenómeno -que pareciera ajeno pero no lo es, en absoluto- es la actitud de la gente en el cine. Simplemente no pueden "meterse" en la película. El shopping como templo, el pochoclo y la gaseosa, el celular prendido... La aventura está ahí para quien quiera disfrutar de ella, lamentablemente lograr esto es cada vez más difícil. Subestimar a los espectadores llenando estas propuestas con azucar, chistes y luces de colores no creo que ayude. Doctor Strange le debe mucho a los (hoy) clásicos del cine de aventuras. Steven Spielberg e Indiana Jones, Lucas y Star Wars, Carpenter y sus delirios más encantadores -como Big Trouble in Little China (1986)-; pero da la sensación de que, no sólo se está perdiendo la voz autoral en el cine industrial, también se está perdiendo al público. Ese público apasionado y pensante, inclusive con sentido crítico, pero siempre dispuesto a dejarse asombrar, sin cinismo ni prejuicios, listos para que una película (una visión del mundo) nos entretenga (¡si!) pero también nos emocione y hasta, tal vez, nos haga reflexionar.

El género de superhéroes es, antes que nada, sólo eso: un género. Estos productos pasatistas son un espejo de la sociedad y, tarde o temprano, películas tan livianas como esta Doctor Strange serán la base para la llegada de un nuevo cine de entretenimiento, más jugado, con otro contenido y desarrollo. Sólo esperemos que el público esté ahí para recibirlo.

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