13 ene 2009

El día que la tierra se detuvo (2008)


Es fácil tener una relación de amor/odio con el cine Hollywoodense: por un lado cuentan con producciones impresionantes que solo la industria americana puede ofrecer y es imposible encontrar en otros mercado; y por el otro, aburren con un constante intento por homogeneizar al público con films vacíos, impersonales y que solo repiten fórmulas.
En este inefable limbo se encuentra The day the earth stood still, remake del clásico film de Sci-Fi de 1951. Esta producción cuenta con una realización impecable, muy buenos efectos especiales, un elenco de figuras, una dirección correcta..., y una vez más es en el guión donde hacen agua.
La moda de los remakes también es muy propio del cine estadounidense, y los resultados suelen ser dispares. Hace unos años, La guerra de los mundos de Spielberg, sin ser una obra maestra, reinventaba un clásico desde un enfoque más moderno y resultó ser un producto entretenido. Sin embargo, el film de Scott Derrickson cae en la repetición de fórmulas y clichés, típicos del género (y lamentablemente, típicos de la industria).
La historia empieza interesante: una misteriosa esfera desciende sobre New York con dos extraños visitantes, un inmenso robot y un ser humanoide. La doctora Benson se verá involucrada en esta intriga e irá descubriendo las verdaderas intenciones de estos entes.
Jennifer Connelly ha demostrado ser muy dúctil en el pasado, y a Keanu Reeves le sienta muy bien la inexpresividad de su personaje alienígena, los dos están bien en los roles principales. 

Sobre el final, la historia se disipa y se pierde el interés. Pero el error parte desde el inicio al reversionar tan livianamente una historia que tiene casi 60 años y no aportar nada nuevo. El espectador medianamente exigente se va a quedar decepcionado. Algo similar sucedió con la fallida remake Invasores (2007) con Nicole Kidman y Daniel Craig, por ejemplo.
Conclusión: El día que la tierra se detuvo es un film entretenido, que cumple con todos los requisitos para entrar en la categoría de "película pochoclera", pero que no se juega en ningún momento para sorprender al público. 
La ciencia ficción es un género rico, que se puede explotar de mil maneras y si no se reformula, con este tipo de propuestas, está condenado a extinguirse.

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