2 jul 2016

X-Men Apocalypse (2016)



Una de las franquicias más longevas del género superheróico llega a su sexta entrega con evidentes signos de desgaste. El director Bryan Singer cierra esta segunda trilogía dignamente, aunque sin rasgos destacables.

Sinopsis: Tras miles de años dormido Apocalipsis, el mutante más poderoso que ha existido nunca, despierta y recluta un equipo, encabezado por Magneto, para acabar con toda la humanidad y crear un nuevo orden mundial. El Profesor X y sus jóvenes mutantes tratarán de detener al mayor enemigo contra el que se hayan enfrentado jamás.


Los mutantes han llegado a su tope. Seis películas van ya, sin contar los spin offs (Wolverine, Deathpool) y los recursos comienzan a agotarse. Las situaciones se repiten, se vuelven sosas, sin sorpresas pero también -lo peor de todo- sin alma. El esfuerzo del director es notable. Luego de la grata sorpresa que fue X-Men: Days of Future Past (2014) daba la sensación que la saga mutante había dado lo mejor que podía dar. Apocalypse pareciera confirmar estas sospechas. 
Comencemos por enumerar los puntos más flojos (y más evidentes) del film. El villano que da nombre a la película está completamente deslucido; carece de impacto, de profundidad. Y es un desperdicio de talento pues la interpretación del enorme Oscar Isaac no se luce. ¡Y no es culpa suya, claro! sino de como fue encarado el personaje desde el guión. Su historia y sus motivaciones son chatas y sin atractivo (además de tener un diseño, por lo menos, polémico). Hablamos del primer mutante, inmortal y todo poderoso... sin embargo, no da miedo. El espectador nunca va a sentir una real amenaza. Todo lo épico que debería ser es presentado mediante diálogos (las referencias bíblicas, etc.), nunca llega a sentirse verdaderamente en carne propia. Siguen siendo más complejos e interesantes Stryker o Magneto -por enumerar alguno de los villanos más emblemáticos de la franquicia-. De hecho, estos personajes vuelven a aparecer, lo que alimenta esa sensación de repetición constante (alguien debería avisar al estudio Fox que el cliché de Magnento destruyendo todo al final del film está agotadísimo).

Otro punto flojo es la cantidad de personajes. Un rasgo característico de los X-men y que Singer suele manejar muy bien. Pero en este caso el fan service termina por jugarle en contra -si algo ha demostrado Deadpool (2016) es que la cantidad no hace a la calidad, pocos personajes pero bien implementados en la trama suma mucho más al producto final-.
Y además, se han perdido la oportunidad de mostrar la "cocina" del grupo principal, como se genera la dinámica entre sus integrantes. La escena eliminada del Mall que protagonizan Jean, Scott, Jubilee y Nightcrawler, es un ejemplo de esto. En cambio, han abierto sub-plots que no terminan de cuajar: el trío Xavier-Magneto-Mystique que se introdujo en First Class y se desarrolló en la secuela ahora perdió sentido (Jennifer Lawrence es otro de las tantas figuras desaprovechadas). Algo parecido pasa con Quicksilver y la búsqueda de su padre que parecía iba a cobrar relevancia pero queda inconcluso. ¿Y el insulso "romance" entre Moira y el Prof. Xavier? La retrocontinuidad que tan bien supo explotar el director en Días del pasado futuro, acá no le sirve. Todo está forzado y no suma a la historia, que ya de por sí carece de tensión y de un buen desarrollo.
Los guiños al cómic que realmente van a disfrutar los fans son el cameo de Weapon X, el fénix o los trajes noventosos que se ven sobre el final. Pero nada de esto salva a una película floja y completamente olvidable.

Ante el arrollador éxito de la factoría Marvel Studios, los productos superheróicos de Fox son vistos como de segunda. Pero hay que darle a la franquicia mutante y especialmente a Bryan Singer el reconocimiento que se merecen. Han pasado 16 años desde aquella primera X-men, una de las películas fundantes -junto al Spider-man de Sam Raimi- del género de superhéroes como lo conocemos hoy. Ahí están las bases para que esta franquicia siga creciendo (otra vez, Deadpool así lo ha demostrado), personajes todavía no vistos o poco desarrollados, historias clásicas del cómic (Claremont, Morrison) todavía no exploradas, etc etc. Todo depende de la imaginación y la creatividad del realizador que se haga cargo del próximo film. Y que no repita los mismos errores. Tal vez una película más chica, autocontenida, que no sea esclava de la continuidad, el fan service o los (pobres) FXs. No hace falta un villano superpoderoso que quiera destruir el mundo pues el verdadero atractivo está ahí dentro, en la Escuela Xavier para jóvenes dotados, en los alumnos y profesores que la conforman.

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