31 ago 2016

Suicide Squad (2016)


Esperada película que extiende el universo fílmico de DC/Warner Bros. de la mano precisa y certera de David Ayer. Entretenida pero decepcionante en muchos aspectos. 

Sinopsis: Un grupo de villanos, con habilidades letales y mágicas recibe la oferta del gobierno para redimirse, a través de una peligrosa misión, que podría terminar por matarlos a todos. 


HOLY SPOTS!
Un fenómeno curioso que se viene dando cada vez más seguido es la sobrecarga de material promocional que, irónicamente, termina perjudicando la experiencia cinematográfica. El increíble poder del aparato publicitario de estas producciones ha crecido a niveles ridículos, y las redes sociales han alimentado a este monstruo fuera de control. Se generan altísimos niveles de hype que afectan, ya no sólo al fandom comiquero (y ya sabemos con que facilidad pueden jugar con nuestra ansiedad), sino a cualquier mortal desprevenido. Teasers, trailers, spots de tv, promos de facebook, youtube e instagram sobreestimulan nuestros sentidos y aseguran nuestra presencia en la sala de cine (las pre-ventas son otro síntoma de este fenómeno, o incluso las avant premiere, porque lo importante no es ver la peli, sino verla primero y antes que nadie). ¿Pero a qué precio? El costo a pagar es enorme porque ese material se instala en nuestra cabeza y genera una especie de película paralela, cargada con nuestra experiencia y nuestras expectativas. La sorpresa y el disfrute despojado y virgen de estos productos es, hoy, prácticamente imposible para un espectador promedio.
En el caso concreto de Suicide Squad, el material promocional le ha hecho mucho daño al producto final. La película carece de profundidad, de un buen desarrollo de personajes o incluso de un argumento medianamente coherente. Es un estridente video-clip cargado de color, violencia y efectos especiales. Todo bien hasta ahí, con un balde de pochoclos y unos lentes 3D la experiencia debería alcanzar para ser satisfactoria. Sin embargo, por más que desconectemos nuestros cerebros por 2 horas, los chistes que ya conocemos no surten el mismo efecto. Los planos y las escenas que ya vimos no se resignifican en el desarrollo del film pues, son sólo eso y nada más. 

EL ESCUADRÓN DE HARLEY
A estas alturas ya nadie puede negar lo obvio, la película es enteramente de Harley Quinn/Margot Robbie. Uno de los grandes aciertos de esta producción fue el casting y en este caso se dió lo que pocas veces pasa, cuando ya es imposible separar al personaje de la persona que lo interpreta (Tony Stark/Robert Downey Jr. es el ejemplo más cercano y obvio). El otro gran atractivo del film fue la interpretación de Jared Leto como el nuevo Joker, que aquí es un personaje completamente secundario pero que promete mucho para futuras entregas. Esta fue una de las grandes decepciones ya que el motor mediático prometía más Joker pero lo único que se ve en la película es lo que ya vimos en los adelantos. Su versión se despega de las anteriores (lo que es un acierto) pero por obvias razones no se llega a ver todo el potencial que podría dar este personaje. 
Los otros protagonistas son Rick Flag/Joel Kinnaman y Deadshot/Will Smith, que cumplen dignamente con personajes sosos y llenos de clichés pero que hacen avanzar la trama. Sorprende un personaje complejo e interesante como es el de Amanda Waller, muy bien caraterizada por Viola Davis. El escuadrón se completa con personajes olvidables como Capitan Boomerang, Killer Crock o Katana. O incluso el personaje de El Diablo al que intentan dotar de cierta profundidad pero lo hacen tarde y mal. Es poco probable que el espectador puede empatizar con estos personajes. Pareciera que están para hacer bulto, soltar chistes (que ya conocemos) y no mucho más.

Las grandes falencias del guión se reducen a decisiones básicas y estructurales. El conflicto principal está muy bien integrado a este nuevo universo de DC comics, donde los metahumanos son vistos como una amenaza, por eso el villano de turno es... ¡una bruja! (Enchantress/Cara Delevingne, otro personaje olvidable), así que el gran conflicto ya se aleja de la intriga y el espionaje que podría asociarse a las primeras versiones del escuadrón en el cómic. El primer acto nos presenta a todos los personajes, en un ritmo frenético que no para nunca, similar a las películas de Guy Richie. El segundo acto parece estancar la película, vemos al escuadrón recorrer esta zona de guerra donde se perpetuan escenas de acción que son, en definitiva, el único atractivo de esta producción (Fuerzas militares enfrentándose a estas extrañas criaturas me recordaron por momentos a estar viendo un videojuego, en la onda de Resident Evil).
El guión fuerza situaciones para que los protagonistas terminen de conformarse como un equipo y llegar así al tercer y último acto: la lucha final, el enfrentamiento épico de nuestros héroes contra el villano, donde forzosamente veremos todos los elementos que conforman al género superheroico (si, incluidos una bomba, un sacrificio, etc etc... recuerden Avengers, The Dark Knight Rises y demás).

David Ayer es un director y guionista que ha probado ya su efectividad en el cine de género. Sin embargo su talento se ve filtrado por una mala edición (se nota el tijeretazo de los productores), una mala promoción (te venden otra cosa, incluso usando material que luego no aparece en el corte final) y un montón de escenas que sólo están para ampliar el universo fílmico que DC/Warner está empezando a construir. 
La sensación de trailer extendido ya lo vivimos con Batman v Superman y aquí se repite. Es común el manoseo del material por ejecutivos, por encima del trabajo del director. Edgar Wright en Ant-man, Sam Raimi en Spider-man 3, Josh Trank en Fantastic Four y la lista sigue. Esta película confirma una clara tendencia, las franquicias son un mero producto comercial donde la voz autoral del director es menoscabada.
Todavía hay esperanzas de encontrar puntos intermedios, un producto comercial no tiene que carecer necesariamente de atributos artísticos. El claro ejemplo es Guardians of the Galaxy (2014), cuyas similitudes están a la vista -incluída una banda sonora muy cool-. El Escuadrón Suicida es una comedia de acción con personajes marginales desconocidos por el gran público, criminales que terminan conformando un grupo que se redime salvando al mundo. La diferencia es que James Gunn tuvo la inteligencia de usar el anonimato de estos personajes en su favor, sus historias son nuevas y frescas y cada uno va ganando su lugar en la historia para terminar, efectivamente, como un grupo establecido y conformado gracias a la aventura que les toco vivir. Evolucionan y cambian y uno, como espectador, les toma cariño. Parece fácil, pero no lo es, en absoluto (levanten la mano quien quiere volver a ver al Capitan Boomerang haciendo chistes junto a Katana y Killer Croc).

En conlusión, Warner se ha perdido -¡otra vez!- una gran oportunidad. Con todos los elementos sobre la mesa para armar una gran película, nos ofrecen un entretenimiento más. Una película pasatista que se olvida en el momento que dejás la sala de cine. Entretenida, divertida... ¡si! Grasa, cabeza, obvia... ¡por supuesto! En comparación con el aborto que fue Batman v SupermanSuicide Squad presenta una leve mejoría (lo que muchos esperaban de una peli de superheores, humor, acción, sin contenido pero por lo menos divertida y más liviana). Marvel Studios creo un estilo efectivo del que Warner intenta despegarse, para generar una identidad propia. Llega tarde y estos productos se ven defectuosos, improvisados. Por suerte hay muchos elementos que se pueden rescatar, el arte, el vestuario, la producción en general está muy bien. Y lo mejor de la película, los personajes que ya tienen, sino nuestra aprobación (el fandom es quisquilloso), al menos nuestra atención: Joker y Harley Quinn. La enfermiza historia de amor que hace grandes a estos personajes y que con unas pocas escenas bastan para engancharte (comparen sino la relación de Rick Flag y June Moone).


Para cerrar, ¿se acuerdan de Bruce Wayne sonriendo e invitándonos a visitar Gotham City en un aviso de Turkish Airlines? El aparato mediático que alimenta nuestra ansiedad se ha vuelto una parte esencial -como una extensión imprescindible- de la experiencia fílmica. Es común hoy que este material extienda e incluso complemente lo que luego veremos en la gran pantalla. Es un fenómeno raro, nadie está libre de esa ansiedad. En un público homogeneizado, conviven comiqueros cuarentones con instgramers de 15 años que van a ver su heroína favorita y sacarse una selfie en el cine.
Hablemos un poco más de esa "ansiedad": a mi me ha tocado sentarme en la Avant Premiere al lado de una pareja que habló durante toda la película, comentando cada una de las escenas. Además, a ella se le escapaba alguna exclamación ("ay es hermosa") siempre que Margot Robbie aparecía en pantalla, mientras él repetía en voz alta los diálogos que ya se había aprendido de los trailers. 
Hay gente que ya no tiene defensa ante el aparato mediático y llegan al cine con la cabeza quemada. Se perdió algo en el camino. Ya ni siquiera hay disfrute cuando -después de meses o incluso años de espera- llega la ansiada película. La sensación de trailer extendido ya no es una falencia del director o los productores, sino del mismo motor que anuncia con bombos y platillos las entregas por venir. El negocio de la ansiedad es el negocio perfecto. Jared Leto quejándose de las escenas eliminadas, las críticas en internet (buenas o malas, ya a esta altura no importa pues el film es un rotundo éxito comercial), todo es parte de la misma neurótica experiencia. Y, lamentablemente, nada de eso tiene que ver con el cine.

No hay comentarios: